Las altas temperaturas son un aspecto que influye en el taller de repintado de múltiples formas. Y es que, igual que las bajas temperaturas impactan de forma crítica en el trabajo del taller las altas temperaturas también tienen un papel igual de determinante.
La exposición a ambientes calurosos puede suponer un riesgo para la salud. Se trata del denominado estrés térmico, que es la carga de calor a la que los trabajadores están expuestos y que resulta de la combinación de las condiciones ambientales (temperatura, humedad relativa…), de la actividad que realizan y de la ropa que utilicen.
Por ello, mantener una temperatura adecuada y estable en el lugar de trabajo aumenta el confort de los empleados, que unido a un correcto funcionamiento de los equipos se traduce en una mayor productividad. De hecho, numerosos estudios afirman que los ambientes con temperaturas de 30°C y menos de 15°C reducen hasta un 10% la productividad del trabajador, por lo que lo ideal es mantenerla durante los días calurosos entre los 21 y los 24°C.
¿Y cómo se produce la pérdida de productividad por exceso de calor? Lo más habitual es que se produzca una sudoración excesiva, dolores de cabeza, presión baja y cansancio que conllevan una pérdida de concentración y, con ella, una reducción del ritmo en el desempeño de las tareas.
El calor y los materiales
Y no sólo las altas temperaturas afectan a los trabajadores del taller. Los materiales también se ven afectados por la subida del mercurio, lo que puede influir negativamente en el acabado de las reparaciones.
No en vano, entre los muchos factores que contribuyen al buen o mal resultado final de un repintado, además de la calidad de la pintura, las herramientas utilizadas, las condiciones de las instalaciones, o la habilidad del técnico en las distintas fases del proceso, también influyen las condiciones ambientales (temperatura, humedad…) presentes en el almacenaje, preparación, aplicación y secado de la pintura. No tener en cuenta o no controlar estos factores puede provocar
El calor en el proceso de repintado
Así, las altas temperaturas pueden afectar a la pintura provocando un espesamiento de ésta (mayor viscosidad), formación de pieles o sedimentación de los pigmentos. Por ello, los fabricantes de pinturas ponen a disposición del taller, endurecedores y diluyentes para adecuarse a las diferentes condiciones de temperatura y humedad, debiendo elegir la combinación adecuada de producto, endurecedor y diluyente para evitar problemas en el acabado.
Además, si la temperatura ambiente es alta, el secado de la pintura es más rápido, afectando a su extensibilidad. De igual forma, al llegar más seca al soporte, puede generar pulverizados en el acabado.
Asimismo, en el caso de las bases metalizadas, el secado más rápido de la pintura puede afectar a las partículas metalizadas, afectando al brillo final y a la uniformidad del acabado.
Como ves, son muchos los aspectos en los que el calor puede influir negativamente en el taller. No obstante, tenerlos en cuenta, así como seguir ciertos consejos a la hora del repintado nos ayudarán a que el calor no afecte ni al rendimiento ni a la productividad del taller.
